PBRO. GONZALO SÁNCHEZ ZULETA.

Almorzaba con mi familia en las inmediaciones de Sancancio. Corría el año 2003. En un rincón del restaurante departía alegremente el padre Gonzalo "mi insigne profesor", con su hermana. En cuanto abandonaron el espacio y a escasos metros de la mesa que ocupaba con los míos, me dirigió la mirada y con voz firme me dijo. "Discípulo mío...". No recuerdo donde, pero fue me discípulo...". El padre Sánchez y yo no nos veíamos desde mi época de Seminario, hacia veintisiete años. Sentí que se me inflaba el ego con aquel saludo, ?Qué tendría ese humilde alumno, como para ser recordado luego de ese "prudencial" intervalo? El gozo fue inmenso. Puesto en pie lo salude con reverencia y lo presente orgullozo a mi esposa e hijas. Cortésmente le recordé la rica experiencia académica vivida bajo su tutoría en "Introducción" a los problemas sociales y económicos" y en sus clases de filosofía medieval.

Al preguntarle por sus actividades actuales me contestó algo que me conmovió. "Ya no sirvo para nada... para nada..." Nuestro breve saludo había terminado. Me quedé pensando en sus últimas palabras, pero agradecido con la vida por le fugaz encuentro con mi "Maestro".

EL MAESTRO.

Gonzalo Sánchez Zuleta es toda una institución. Merece todos los elogios y distinciones, yo no alcanzo a hacer justicia a este prohombre en estas líneas y siempre nos quedaremos cortos al exaltar su labor. Nace el padre Gonzalo en la población de Amalfí (Antioquía), el 3 de mayo de 1939, pero hizo de Manizales su segunda patria al radicarse en la capital caldense contando con tan sólo 12 años de edad.

Guiado por el señor se consagró a su servicio en el ejercicio sacerdotal, como Sacerdocio y Magisterio son tareas correlativas, no puedo hacer mejor elección porque si en algo es competente el padre Sánchez, es en la cátedra, donde brilla impacta y provoca. La Pía Sociedad de San Sulpicio descubrío ese rico "aluvión" intelectual y supo "explotarlo" en el fortalecimiento de su carisma como formadora de clero.

Una clase más, era un "recreo espiritual", un espacio para viajar por mundos insospechados y para encontrarse con seres y situaciones inimaginarios.La fuerza arrolladora de su palabra, sus anécdotas y chascarrillo, mantenían en vilo al auditorio de principio al fin.

LECTOR INFATIGABLE.

Su biblioteca mejor su "guarida por autonomasia", era un verdadero santuario cultural, custodiado celosamente por quien desde su infancia hizo acopio de los temas más disimiles y de rico contenido. Un sinnúmero de versiones de El Quijote, era como la gema de ese tesoro cultural que él pocas veces exhibía, pero que cuando lo hacía demostraba todo su orgullo.

El equipaje de clase era un maletín negro surtido de poblaciones. Abriéndolo, comenzaba a exponer sobre la mesa aquellas valiosas obras, reseñándolas de manera puntual y aplicando su contenido al tema en cuestión.

No pocas veces nos describió la forma de adquirirlos. "Esta joya me valió 2 pesos, la "pise" con uno que tenía para mecatear y el resto lo pagué con lo que me giró mi hermano... Ya no se consigue, desapareció hasta la editorial". Este otro: "Fo., huele horrible, lo orinó un maldito gato, pero es un tesoro. Dos pesos con cincuenta centavos. Lo compré en 1950, genialísimo". "Este chiquito y feo es de incalculable valor, ni lo presto..." Embebido en esa muestra bibliográfica transcurría buena parte del tiempo de clase, la cual culminaba sin darnos casi cuenta.

Leía siempre; su pasión por la historia era un imperativo que lo sumergía casi de manera obsesiva en el basto mundo del libro. No era gratuito, por lo tanto, que sus cátedras sobre la Historia de la Iglesia, la Patrología Latina, o la vida de los Santos, fueran sencillamente "magistrales". Hoy cuando la pobreza académica viene carcomiendo las aulas escolares, cuánto extraño a docentes de la talla del Pbro. Gonzalo Sánchez.

No quiero terminar este aparte sin referirme al destino de su valiosísima biblioteca, en un principio fue si decisión donarla al Seminario Mayor de Manizales ( Institución de todos sus afectos), pero posteriormente soplaron vientos contrarios que golpearon sus sentimientos y como pretendiendo cancelar todo vinculo con Manizales revocó su voluntad inicial y cuarenta toneladas de libros salieron de esta ciudad con rumbo a la casa de San Sulpicio en Bogotá.

NARIÑISTA HASTA LOS TUÉTANOS.

Quizás ningún colombiano haya auscultado con tanto ahínco la vida del prócer Antonio Nariño como Gonzalo Sánchez; varios años dedicado a esta ingente labor culminaron con el reconocimiento de la Academia Colombiana de Historia que entre los estímulos le obsequío una carta autógrafa escrita por Nariño en las portrimerías de su dificil existencia; muchachos decía exhibiéndola: "... Saber que por estas líneas se deslizó la mano temblorosa de nuestro precursor.

Mirenla, pero no la toquen" y era tal su veneración al preciado objeto, que las lagrimas se desprendían de sus pupilas. Nosotros absortos, pasábamos frente al sacro papel amarillo ribeteado con el tricolor colombiano , nos inclinábamos reverentes para observar los caracteres caligráficos y el contenido de la misiva, luego volvíamos silenciosos a nuestros pupitres como quien ha entrado en estrecha comunión con un pasado glorioso.

Y fue tal la pasión que el héroe despertó en Gonzalo Sánchez, que por poco se olvida de su ministerio sacerdotal. Una vez concluida su labor investigativa y convertido en reconocido "nariñólogo", la Sociedad de San Sulpicio, le encomendó como para enrutarlo de nuevo, algunas labores propias de su condición, como ministro ordenado. Enterado su padre, de la decisión tomada, se expresó así al respecto: "Que bueno mijo que vuelva a ocuparse de su sacerdosio, en lugar de estar por ahí, metiéndose en vidas ajenas...". Cerraba un capítulo de su vida, pero no se agotaba la cantera intelectual.

TROTAMUNDOS.

 

Toda su cátedra era un derroche de saberes y experiencias y tenía de dónde. Erudito y viajero, condiciones para ejercer competentemente el magisterio. Sabía matizar sus clases con aquellas anécdotas que arrancaban risotadas a sus estudiantes. U día de tantos, emocionado con la vida de Nariño, nos comentó del robo que hizo en Cádiz (España) en el propio calabozo donde pagó prisión el Precursor. “No sé muchachos, como embobé a ese guardia, lo cierto es que arranqué, no sé con que fuerza, la chapa de ese calabozo; en ese momento cupo en el bolsillo de mi saco ahora no cabe”. Ha sabido también gozarse ciertas experiencias, como aquella  de la “Solitude  sulpiciana” cuando según el maestro lo tuvieron  “guardando silencio y comiendo rastrojo” en el monasterio de Subbiaco (Italia), como condición para hacerlo miembro de la Sociedad de San Sulpicio.  Burlando la vigilancia en las catacumbas romanas, arrancó piedras y tierra de los sepulcros de los primeros cristianos. Con una gracia casi infantil, contaba: “Ese vigilante tenía una pecuequita impresionante, pero me la aguanté. Finalmente le di cualquier colombina para entretenerlo y poder arrancar lo que quería…”. Tampoco Santa Apolonia, patrona de los odontólogos, escapó a su sentido del humor: “Convocados como fueran todos  aquellos piadosos creyentes, a traer al templo las piezas  dentales de la santa que se ufanaban de poseer, para una bendición solemne, aparecieron en tal cantidad, que podrían colmarse dos “costalaos”. “Robó” también en Ravena, El Cairo y en Tierra Santa; así hizo acopio de la mayoría de reliquias que constituían su “rico patrimonio”. La llave de un  sepulcro, la base de un jarrón, una astilla de cofre funerario, todo contaba para estar en sintonía con épocas pretéritas.

Cuando San Sulpicio lo tuvo en su nomina docente, le permitió ejercer como formador del Seminario Mayor durante  el primer semestre; el resto del tiempo lo pasaba en Montreal (Canadá)  en idéntica labor.

 

Respeto los criterios dela Pía Sociedad de San Sulpicio  para “pensionar” al padre Sánchez Zuleta, pero creo que fue una decisión prematura y que con tal decisión se privó a los candidatos al sacerdocio de un maestro de excelsas condiciones.

 

EN EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MANIZALES.

Un sitial de honor reserva el Centro de Estudios Históricos de Manizales  para quien fuera su Presidente entre 1985 y 1987. El brillante académico ya tiene su registro honroso en los anales de la historia de Manizales. En este Centro se le recuerda especialmente por su capacidad de dirigir las sesiones, imprimiéndoles ese carácter de seriedad y profundidad y también porque “extra-cátedra” y al calor de una copa que elevara su espíritu se convertía en un contertulio excepcional, despojado de cualquier prevención y quisquilla.

 

RECONOCIMIENTOS.

Orden Alejandro Gutiérrez, Escudo de Manizales y Cruz de Oro Gobernación de Caldas y  Alcaldía de Manizales, Academia Colombiana de Historia (por sus escritos sobre Antonio Nariño).

 

SUCINTA BIOGRAFÍA.

El Pbro. Gonzalo Sánchez Zuleta, nació en la antioqueña población de Amalfi, el 3 de mayo de 1939. Con escasos 12 años de edad, se radica en Manizales donde continúa su proceso de formación, primero en el Colegio de Nuestra Señora, luego en el Seminario Mayor donde cursó Filosofía y Teología. Recibe el orden del Presbiterado de manos de Monseñor Arturo Duque Villegas, Arzobispo de Manizales el 15 de agosto de  1965. Su experiencia docente ha transcurrido entre el Seminario  Menor, (Matemáticas e Historia) Mayor Nuestra Señora del Rosario  de Manizales (Filosofía Medieval, Historia de la Iglesia, Patrología, entre otras), la Universidad de Caldas (Historia de Colombia), Seminario Mayor  de Montreal   (Canadá).

Sus estudios de Historia de la Iglesia en la Universidad Gregoriana de Roma, lo dotan de competencias académicas que sabe desarrollar como miembro de la Pía Sociedad a la cual pertenece. Entre sus escritos  merecen especial mención:

-       “Vida y pensamiento del Arzobispo Mosquera”.

-       “Presencia de Fray Bartolomé de las Casas en Colombia”.

-       “La Fundación de Manizales y otros escritos”.

 

Pero su pluma no se agota en las obras señaladas; a el debemos valiosos escritos sobre la historia de la Arquidiócesis de Manizales, la vida del General Santander y del precursor Antonio Nariño (por cuyos conocimientos se hizo acreedor a una jugosa recompensa en el programa de TV. Conocido primero como “Miles de pesos por su respuesta”, dirigido por el intelectual Antonio Panesso R. y presentado por Gloria Valencia de Castaño por los años 60 y 70 del siglo pasado). Su ensayo sobre la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz, le mereció la aceptación  como miembro de la Academia Colombiana de Historia. Como miembro fundador de la Academia Caldense de Historia, ha descollado por sus sólidos ensayos y sus intervenciones de reconocida profundidad intelectual. Su conocimiento  de las lenguas extranjeras: francés, alemán, italiano y latín, le permitieron husmear en  las bibliotecas y círculos intelectuales del viejo continente, contribuyendo a ampliar su ya rico bagaje académico.

Conviene también precisar que su grandeza nunca lo envalentonó; por el contrario, su sencillez y amplitud calaba profundamente en las personas y ambientes que frecuentaba; descomplicado por ejemplo para la comida disfrutaba como todo heredero de Antioquia Grande, de un plato de fríjoles  o de una sopa de arroz con albóndiga o carne molida (quizás su plato preferido). Por lo anterior, la prolija producción de carácter histórico que e padre Gonzalo nos brinda, se constituye en un insumo de insoslayable valor para quienes amamos la historia y queremos valorar el pasado glorioso y construir los derroteros del futuro. El Padre Sánchez Zuleta merece un peremne reconocimiento y que su nombre sea grabado con caracteres indelebles en nuestro corazón

 

Texto elaborado por Bernardo Elías Alarcón Cardona.

 

 

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