JOSE MARÍA RESTREPO MAYA

 

José María Restrepo Maya nació en Sonsón el 15 de octubre de 1834 en el hogar conformado por  Nicolás Restrepo y María del Carmen  Maya, fue bautizado al otro día de ver la luz tan insigne personaje, esto ocurrió el 16 de octubre de 1834; las cálidas aguas bautismales fueron bañadas por las manos de l primer Cura Párroco de Sonsón Pbro. José Tomas Henao, homónimo de aquel que le sucedería  años después  en la presidencia del Centro de Historia de Manizales. Fueron sus hermanos León, quien siendo muy joven murió en la  guerra civil de 1860, Miguel María; María de la Columna de Henao, Rafaela  de Duque, Estefanía de Giraldo, Concepción de Correa y el recordado sacerdote Nazario Restrepo, cariñosamente llamado en Manizales “el padre Nazarito”, quien construyó en 1876  la desaparecida capilla de la  Enea, presa de las infames llamas que el 24 de diciembre del2010, evocaron las pavorosas lenguas de fuego que inmolaron la antigua Catedral de Manizales un fatídico sábado 20 de marzo de 1926.

El niño José María aprendió sus primeras letras en la escuela de Sonsón, fundada por  el Pbro. Henao y en la cual colaboraba asiduamente la madre del sacerdote, la esclarecida dama doña Francisca Javiera Duque.

En 1846, Cuando contaba con 12 años de edad, José María fue enviado a la Ceja, pueblito próximo a Sonsón a estudiar  en un colegio llamado “Casa de Educación” regentado por José Joaquín  Isaza quien años  después sería  promovido al episcopado  como Obispo coadjutor de Medellín el 17 de abril de 1870 y quien haría la segunda visita episcopal a la  entonces joven población de  Manizales  el jueves 8 de septiembre de 1870.

Allí en aquel colegio recibió José María Restrepo Maya valiosas lecciones emanadas del virtuoso sacerdote, en este plantel educativo aprendió el latín, lengua que habló, escribió y amó durante toda su vida.

Entre 1847 a 1848 permaneció allí en aquel pintoresco pueblo, cuando regresó a su tierra natal Sonsón para continuar sus estudios en un colegio recién fundado “Santo Tomas  de Aquino”; comenzó sus clases a principios de 1849 culminando este ciclo de preparación académica a finales de 1852.

En 1853 se traslada a Medellín donde se matricula en el  colegio del Estado  en Medellín, institución regida por el Pbro. Doctor José Cosme Zuleta, insigne  figura antioqueña del siglo XIX.

Durante su preparación en dicho establecimiento sobreviene la dictadura del general José María Melo, por lo cual y muy a pesar suyo regresa a su terruño, al Sonsón de sus amores.

 

En 1853 estando instalado nuevamente en Sonsón y contando con tan sólo 19 años de edad, inicia una encomiable labor como educador. Comenzó dictando clases particulares  a unos jovencitos de apellido Domínguez y a dos damas doña Victoriana Estrada y Dionisia Sánchez; doña Victoriana sería años después una maestra benemérita de juventudes femeninas en Antioquia.

El 12 de diciembre de 1855 se hizo colaborador de un caballero francés  llamado Alfredo  Callón quien fundó un colegio cuyo fin primordial era promover la ilustración  de la juventud sonsoneña. Este colegio llevó también el nombre de “Santo Tomas de Aquino”, patrocinado por el Pbro. Don Ramón María Hoyos quien cedió  el local del antiguo colegio con el mismo nombre que había sido  fundado por el padre José Tomas Henao          para que allí se instalase el nuevo centro educativo regentado por Monsieur Callon.

Del maestro francés, Restrepo Maya aprendió la construcción de esferas geográficas y planisferios celestes, así como el idioma francés, lengua que dominó a la perfección.

El 25 de junio de 1856  y con 22 años de edad don José María contrajo nupcias con Matilde Botero Villegas 6 años menor que él.

De este matrimonio ejemplar de acendradas costumbres cristianas, nacieron 11 hijos, cuatro varones y siete mujeres.

El primogénito Eduardo nació el 8 de diciembre de 1857; Nicolás, el 16 de agosto  de 1860; Carlota, el 1 de mayo de 1862; Clementina de Jesús el 24 de agosto de 1864; María de Jesús el 1 de julio de 1867; Enrique el 19 de junio de 1869, el Pbro. Daniel de Jesús S.J., el 27 de septiembre de 1871; Paulina el 2 de diciembre de 1872; Margarita el 31 de julio de 1876; Amalia el 13 de diciembre de 1878; Sor Rosa María, el 11 de mayo de 1883.

Don José María Restrepo Maya comenzó su magisterio público en el año de 1858 a la edad de 24 años, en Abejorral a donde fue invitado a suplir al señor Pío Agustín López, quien había renunciado al cargo de director de la Escuela pública; allí permanecería hasta mayo de 1859.

El 22 de mayo de 1859 se traslada nuevamente  a Sonsón, donde se hace cargo de la Escuela pública de Sonsón.

En 1862  a causa  de la pavorosa revolución desatada por el  general Tomas Cipriano de Mosquera son clausuradas todas  las escuelas en el Estado de Antioquia, hasta que en 1863 el gobernador de Antioquia General Pedro Justo Berrío (Abuelo paterno de doña Merceditas Berrío quien fue la sexta presidente del Centro de Historia), las abrió de nuevo, señalando en Sonsón a don José María como director de la Escuela Pública, la cual estuvo cerrada por espacio de  un año y medio.

 

A la tarea de reabrir el Colegio “Santo Tomas de Aquino”, Escuela pública de Sonsón, se dedicó con alma, vida y corazón, se dedicó el maestro Restrepo Maya hasta 1868, cuando  ya se hace insostenible esta loable misión debido a la escases de recursos.

En 1869 se da un paréntesis en la labor pedagógica de do José María, cuando decide  incursionar en la industria agrícola, la producción y beneficio. Se Trasladó entonces  a  la Hacienda denominada “La Concepción” a orillas del río Samaná, cerca de Nariño Antioquia, entones llamada “Pocitos”.

Dirigió el plantío y las obras de instalación de un obrador improvisado, trabajando arduamente lejos de su amada esposa y de sus “negritos” como cariñosamente llamaba a sus pequeños vástagos. Así se mantuvo en las duras faenas del campo, lejos también de su vocación principal la educación hasta el 16 de febrero  de 1870, cuando regresa a Sonsón.

Después de tan dura experiencia en el campo y de haber fracasado en la empresa adelantada por él, nuestro dilecto maestro viaja a Medellín en agosto de 1870 regresando a la labor más fecunda y que llenaba su corazón de una alegría suprema, la enseñanza; trabaja entonces en la “Escuela  de la Fraternidad”, dirigida por don Bartolomé Restrepo.

 El 1 de septiembre de ese mismo año el maestro José María Restrepo Maya asume la dirección del plantel, ante la renuncia  de Don Bartolomé Restrepo. Sólo extrañaba don José María a su adorada Matilde  y a sus hijos, por lo que prontamente inician una larga travesía desde Sonsón, al oriente antioqueño hacia Medellín, para estar junta de nuevo la familia Restrepo Botero.

Después de vivir  en la capital antioqueña por espacio de  un año, once meses y  por orden expresa del Gobernador Berrío, don José María se traslada nuevamente a Sonsón con su familia, para ponerse al frente de la instrucción pública en aquella municipalidad.

En enero de 1874 reabrió el colegio de Santo Tomas, institución para él muy amable, por los frutos que de su cultivo había cosechado; en noviembre de 1875 fue nombrado telegrafista del pueblo cargo adjunto al de colector de Hacienda. Cuando en 1876 el triunfo revolucionario se había consumado y el gobierno católico de Antioquia quedado en tierra, Restrepo Maya rogó que se le reemplazase en aquellos oficios; trabajo grande le costó ser eximido de tales labores, pues sus enemigos sabían de la honorabilidad y probidad del maestro José María.

Sería esta situación, la que para bien de Manizales y su historia, partiría en dos, la vida de José María Restrepo Maya.

Quiso el maestro probar fortuna en la frontera, en esa colina encaramada, bañada por raudales manantiales, decorada por los más bellos arreboles y enmarcada por las gélidas nieves del Ruiz, la joven Manizales que entonces contaba con tan solo 27 años de fundación.

A estas tierras llegó el 4 de agosto de 1876, siendo prontamente rodeado por una comunidad que lo abrigó a él primero y luego a su familia que arribaría tres años después, el 2 de diciembre de 1879. El maestro fue hecho hijo adoptivo de la ciudad, esta ciudad a la cual amó y la cual lo amó por siempre.

Fundó aquí un colegio al cual bautizó con  el nombre de “Santo Tomas de Aquino”, el nombre de su cariño y que le hacía recordar constantemente su ciudad natal y sus primeros pasos como estudiante y luego como educador, el colegio  perseveró y  aumentó hasta finales de 1888.

El 9 de  Diciembre de ese mismo año, regresa a Sonsón con su familia debido a que fue llamado nuevamente para reorganizar la educación en  aquella población, del suroriente antioqueño.

En la ciudad del Capiro se mantuvo hasta  diciembre  de 1893, cuando regresa a Manizales para nunca abandonar más a la ciudad que tuvo en su corazón desde el día en que  piso por primera vez  su bendito suelo y a la que considero como su segunda tierra natal.

Al establecerse definitivamente en Manizales en enero de 1894 contaba con 60 años de edad; reabre un plantel educativo, el cual es clausurado, para abrir allí un cuartel militar durante la guerra civil de 1895.

Años después sería profesor del Instituto Universitario, de la Escuela Normal, del Seminario Conciliar, donde tuvo discípulos renombrados, como el padre Diego María Gómez, quien sería el primer caldense en llegar a la plenitud del sacerdocio, siendo consagrado Obispo, el domingo 6 de mayo de 1934, en la actual Catedral de Manizales.

Fue miembro, el maestro Restrepo Maya de la Junta promotora de la creación de la Diócesis de Manizales de la cual fue nombrado presidente; por esta razón mantuvo  una activa correspondencia con Monseñor Antonio Vico, Delegado Apostólico del Papa León XIII.

Una de las cartas más bellas y pletóricas de emoción, fue  la enviada por Restrepo Maya al Sr. Delegado Apostólico donde hace una apología biográfica detallada del Pbro. Gregorio Nacianceno Hoyos, Cura Párroco de Manizales desde el 1 de enero de 1881 y quien a todas luces era el más apto para ser preconizado como primer Obispo de la naciente Diócesis de Manizales.

Otras dos cartas fechadas, el 25 de septiembre  y el 9 de diciembre de 1900, tratan sobre las gestiones de José María Restrepo Maya con relación a la seguridad del Palacio Episcopal y la edificación de un Seminario Diocesano.

El 29 de enero de 190,1 el Delegado Apostólico envía una carta a Restrepo Maya, donde le comunica sobre la jurisdicción de la Nueva Diócesis y el nombramiento del padre Hoyos (Gregorio Nacianceno), como Administrador Apostólico de la Diócesis de Manizales.

Una anécdota familiar narrada por una de las hijas del maestro Restrepo Maya cuenta que Monseñor  Gregorio N. Hoyos, le decía a  su padre: “Don José María, yo quisiera quitarme esta mitra y colocarla sobre su cabeza, es usted quien la merece”.

También la creación del Departamento de Caldas tuvo en el maestro Restrepo Maya a un adalid incansable, “el más decidido apóstol”, decía el Doctor Emilio Robledo Correa (Tercer presidente del Centro de Historia de Manizales).

Ocupo también cargos en nuestra ciudad como  el de Fiscal del Juzgado Superior, Jefe de la Sección de Estadística del Departamento de Caldas, Magistrado del Tribunal de Justicia, Concejal de Manizales, de cuya Corporación fue Presidente,fue Diputado de la Asamblea de Caldas y Suplente en la Cámara de Representantes, empleo que no llegó a desempeñar, fue también Presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl, institución de carácter benéfico que siempre ha pensado en el más necesitado.

Fue cofundador del Centro de Historia de Manizales el 30 de abril de 1911 en compañía del político, poeta y escritor don  Victoriano Vélez Arango; de esta Entidad fue elegido como  primer presidente, según reza en el acta número 1, de dicha Institución, que reunida bajo el abrigo del desaparecido Palacio Departamental, consumido por el fuego el 3 de julio de 1925, lo eligió unánimemente.

En este cargo se mantuvo hasta principios de mayo de 1913, siendo elegido Presidente Honorario con carácter vitalicio del Centro de Historia de Manizales.

Su precaria salud no le permitió ejercer un periodo presidencial más largo en su amado Centro de Historia, fundado bajo la premisa: “Preservar, investigar y difundir”, la historia de esta su segunda patria chica nuestra amada Manizales.

No obstante sus quebrantos de salud, le es ofrecido en 1913 el manejo de la Biblioteca Departamental, a la que le  dedicó  sus conocimientos y  sus  arrestos como buen antioqueño;

Bajo su tutelar cuidado  y siendo una biblioteca viviente en medio de estantes, llenos de libros, de historia, de filosofía de literatura y de ciencia, dio todo de si, hasta 1916, cuando menguada su salud se retiró a descansar en medio de los recuerdos nostálgicos, sobre su vida al servicio desinteresado por su prójimo; por ello no hizo fortuna material, mas si acumuló riquezas espirituales que perduran a través del tiempo y en el recuerdo peremne de quienes hoy después de tantos años, le admiramos, le recordamos y le veneramos como el precursor de los historiadores caldenses, como el “maestro de maestros”.

En 1913 el Centro Pedagógico de Manizales concibió la idea de rendir un honores al decano de los maestros, a su egregia figura; para llevar a cabo tan feliz idea  se comisionó al director de Instrucción pública don Rudesindo Ocampo Ramírez (Primer Secretario del Centro de Historia de Manizales) y a los señores Joaquín María Salazar e Isauro Echeverri, quien con el mayor cariño tributaron en compañía de todos los colegios existentes en Manizales en aquellas calendas, un homenaje de admiración y cariño al “maestro de maestros”.

El 20 de febrero de 1914 anota el Sr. Rafael Arango Villegas en la Revista “Deber”, “Nunca se había visto en el teatro Escorial un lleno  más absoluto, Nunca”; Así la ciudad tributó al venerable anciano un cálido reconocimiento por esos años regalados a Manizales en pro de su educación, su  cultura y su  pródiga historia.

Los últimos años de su brillantísima existencia, transcurrieron entre la misa diaria en la Catedral, sus libros, sus historias, sus recuerdos, sus charlas con aquellos que fueron sus alumnos quienes nunca pudieron desprenderse completamente de las alas protectoras y edificantes de aquel maestro que marcó por siempre con letras de oro, la enseñanza  y  la historia de nuestra comarca.

Murió don José María Restrepo Maya en la madrugada del 11 de febrero de 1917, a la edad de ochenta y tres años.

A las cinco de la mañana la fatídica noticia de su deceso, un luctuoso acontecimiento para Manizales, se diseminó por la ciudad, evocando las llamas del 3 de julio de 1925 que en pocas horas acabaron con gran parte de la riqueza de la ciudad, más no abatieron el espíritu combativo de un pueblo que nunca  se ha amilanado ante las tragedias ocurridas dentro de su prolija historia.

La Manizales de antaño en aquel oscuro 11 de febrero vio como se apagaba para siempre  ese faro resplandeciente, que nunca más volvería a iluminar  a esta villa preclara que amó a su maestro como al que más.

Sus exequias se realizaron ese mismo día en horas de la tarde; en la Iglesia Catedral se verificó la misa de difuntos; partiendo de allí a las cuatro de la tarde el cortejo fúnebre hacia el segundo cementerio de Manizales ubicado  en ese entonces sobre la avenida Cervantes (hoy Barrio Lleras, frente a la Clínica de la Presentación).

Al pasar el cortejo fúnebre frente al Instituto Universitario, el cual se hallaba decorado con crespones y copiosa ofrenda floral y donde el “Maestro” había derramado raudales de luz, el Rector de aquella Institución, discípulo y amigo de don José María; el doctor Valerio Antonio Hoyos, pronunció una ferviente y bella oración fúnebre, un panegírico a la memoria de tan excelso hombre.

En el cementerio pronunciaron sendos discursos el General Pompilio Gutiérrez; el doctor Ricardo Jaramillo Arango (Cuarto presidente del Centro de Historia de Manizales) y don Francisco Marulanda, Director de la Escuela Normal.

Su cuerpo  reposó en aquel campo santo, hasta 1924, cuando fue exhumado para ser trasladado al cementerio San Esteban, cuya primera piedra fue colocada por el segundo Obispo de Manizales Monseñor Tiberio de Jesús Salazar y Herrera el  17 de junio de 1923.

Escribió don José María Restrepo Maya, el primer libro de carácter histórico sobre los primeros años de Manizales, titulado “Apuntes para la Historia de Manizales”, del cual se tomarían muchos datos para otros libros que se escribieron sobre la ciudad, entre ellos “Manizales”, de don Luis Londoño O.  en “Historia de Manizales”, del padre Fabo de María, sacerdote agustino, escritos hacia 1925; también fueron obras suyas “Vida del Presbítero José Tomas Henao”, biografía de Don José Januario Henao Benjumea”, “Compendio de cronología para uso de las escuelas”, fue también miembro de la Academia  Colombiana de Historia y de la Sociedad Astronómica de París.

 

Elaborado por: Juan Pablo Jaramillo Rivera.

 

 

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